viernes, 7 de junio de 2013

Sobre Juan L. Ortiz


Diapositivas digitalizadas: Solidario Romero, fotos tomadas en película para diapositivas con una cámara Ricoh de 35 mm, reflex, a través del objetivo, probablemente de 1972.  Algunas tomas son en el porch de la casa de Juan. Otras son sectores del Parque Urquiza, justo enfrente de la casa de Juan y Gerarda, cruzando apenas la calle.
Atención de la poeta María Elena Barbieri (http://www.autoresdeconcordia.com.ar/articulos.php?idArticulo=783)

Juan Laurentino Ortiz, Juanele para muchos, nació en 1896 en Puerto Ruiz, en el partido de Gualeguay, Entre Ríos. Allí se encuentra aún su casa natal sobreviviendo a la creciente impiadosa del río Gualeguay, al igual que lo hacen los habitantes de ese lugar, en su mayoría pescadores. Puerto Ruiz supo ser un señor puerto cuando nació el poeta, barcos grandes y tren a Gualeguay (Ferrocarril Primer Entrerriano) , mucho movimiento, nada que ver con el Puerto Ruiz de hoy que la pelea solo. Al poco tiempo la familia se traslada a la zona de la selva de Montiel, más al centro de la provincia donde su padre es capataz en una estancia. Pero vuelve a la zona natal todavía niño. Fue ese el entorno, esos los elementos, ese río, esa vegetación, esa gente, los que conformaron el alfabeto de imágenes literarias que hablarían en sus poemas. Breve su paso por Buenos Aires le alcanzó para estudios libres en Filosofía y Letras, compartir lecturas y hacer amigos en el ambiente literario. El ideario socialista lo atrajo, -celebró la revolución rusa- y marcó tal vez un pensamiento siempre atento a las preocupaciones de los desprotegidos,  a la injusticia, a las desigualdades, y aunque nunca militó ni se inscribió en ningún partido político ni movimiento literario, siempre expresó sus opiniones, contra el nazismo o el asesinato de Lorca, por ejemplo. Con el golpe del 55 fue encarcelado pero peor aún fue la devastadora quema de sus libros durante la última dictadura militar, entre tantos otros autores y títulos que se destruyeron.
Su poesía está atravesada por ese carácter social, por la indagación filosófica y por el entorno del paisaje. Pero, como dijo Saer, no es una exclamación lo que le provoca ese paisaje sino ganas de preguntarle. Enigma y belleza. Juanele no renunció a nada  y consiguió que su poesía sea localista y universal, comprometida con la gente, revolucionaria, y a la vez íntima. Cotidiana y metafísica. Esa integración de los aparentes opuestos, tal vez sea uno de las grandes observaciones y experiencias que nos llegan a través de esta poesía que se piensa a sí misma y nos recuerda que es de todos. Leer sus poemas y vivir después, aunque sea un tiempo, así...


Sí, mi amiga, estamos bien, pero tiemblo
a pesar de esas llamas dulces contra Junio...

Estamos bien... sí...
Miro una danzarina en su martirio, es cierto,
con los locos brazos, ay, negando la ceniza
y el crepúsculo íntimo...

Estamos bien... Cummings que se va, muy pálido,
al país que nunca ha recorrido,
mientras Debussy enciende el suyo, submarino...

Estamos bien... Pero tiemblo, mi amiga, de la lluvia
que trae más agudamente aún la noche
para las preguntas que se han tendido como ramas
a lo largo de la pesadilla de la luz,
con la vara que sabes y la arpillera que sabes,
en las puertas mismas, quizás, de la poesía y de la música...

Estamos bien, sí mi amiga, pero tiemblo de un crimen...

Cuándo, cuándo, mi amiga, junto a las mismas bailarinas del fuego,
cuándo, cuándo, el amor no tendrá frío?
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario