miércoles, 5 de junio de 2013

Sobre "MI libro enterrado" de Mauro Libertella


                                                           Foto tomada por Marcelo Zanelli en su casa, junio 2013
Héctor Libertella se encierra en su departamento a escribir hasta morir. A los cuatro años de esa muerte, su hijo, Mauro Libertella empieza el relato de lo que fueron los últimos días, un relato que hace llorar a cada página, un llanto de emoción pura, un llanto bueno, porque todo lo que va contando Mauro, sin ahorrar detalles pero con suavidad y entereza, es digno de ser llorado. Como algo perdido y a la vez ganado. La relación con su padre y la escritura, la relación de ambos con la escritura. Vemos a Héctor a través de Mauro pero adivinamos a Mauro a través del Héctor que lo mira y es mirado por él. 
El hijo escritor recibe la muerte de su padre a los 23, la misma edad en que el padre recibió el premio Paidós, un premio importante por una novela.  Ya a  los 13 había escrito una, la había encuadernado e ilustrado él mismo.  "Esa precocidad era una bestia que me corría por atrás y me apuraba" escribe Mauro. Mi libro enterrado es una increíble experiencia de lectura, porque si bien siempre es una experiencia leer, claro, nunca viví nada parecido a esto, la capacidad de tocarnos de esta escritura tranquila e intensa  es asombrosa,  pienso en uno de esos ríos que van correntosos y parejos y parecen una cinta trasportadora hecha de agua o una tela apenas ondulada por el viento. De pronto caemos en él y nos lleva a ver su caudal interno, su caudal completo en una zambullida corta de 77 páginas ( no se pueden parar de leer hasta terminar) y salimos transformados.
iba a transcribir unos fragmentos pero luego de hacerlo siento que es recortar algo que no se puede recortar de ninguna manera, es un solo cuerpo de principio a fin, sólo me permito esta cita de cita, donde habla Héctor: "Etimológicamente, Libertella quiere decir libro para la tierra. Ese es el libro que riego todos los días".
Un libro para llorar, así se lo entrega, así me lo dieron, así se los presento y eso es bueno, es una celebración de lágrimas vivas.

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