martes, 17 de septiembre de 2013

Sobre Cuaderno de Pripyat, de Carlos Ríos (Entropía)



La novela de Carlos Ríos, Cuaderno de Pripyat, nos propone desde el comienzo el interés por la escenografía real en la que sitúa a sus personajes: el paisaje de lo que quedó de la ciudad de Pripyat después del accidente de Chernobyl. Al empezar nomás uno quiere salir para leer historia y poder volver rápido con otra mirada.
¿Qué importa cuánto de real y cuánto de ficción hay en una novela? En este caso importa mucho, porque saber sobre Chernobyl y Pripyat hoy,  toda esa escenografía extraña en la que planta Ríos su ficción, afecta la lectura. Si uno cree que es una construcción al estilo de la ciencia ficción puede suponer una intención metafórica en las imágenes que no es tal, en todo caso será un fondo armónico de todas las anotaciones de este cuaderno. Al saber que ese lugar existe, que muchos de los términos que aparecen existen y el protagonista es un ser probable atravesando una realidad no tan disparatada, pierde importancia el virtuosismo de la "construcción de un mundo". Despejamos así un atractor de atención importante para desplazarla hacia otra cuestión: la búsqueda del origen del desmembramiento familiar. Un desmembramiento que constituye al ser.  El protagonista vuelve adonde perdió todo, al lugar de la destrucción de la que sobrevivió siendo bebé, y  en ese camino -viaja para hacer un documental- realiza otro descubrimiento: finalmente una familia se compone de aquellas personas que se convierten en los afectos reales, con los que comparte la vida. Y todos somos producto de un desmembramiento ya que la formación de una nueva familia es como un desprendimiento de la anterior, cuando los padres eran hijos. Por esto y la primera razón (la de la consulta a la historia real de Chernobyl)  la novela de Ríos es doblemente didáctica casi como a pesar suyo, como consecuencia de su poética. Su escritura tiene momentos plegadizos que como accidentes en la corteza muestran magmas profundos por los que baja unos peldaños para hacer unas tomas (para el documental). Ya en la novela anterior,  que en realidad es en escritura la posterior (fue publicada primero Manigua, pero Cuadernos.. fue antes) se advierte la misma preocupación. Pero esto lo sé por el autor, que me lo comentó, yo todavía no leí Manigua; y también lo dice con sus palabras Manuel Quaranta en sendas reseñas de ambas novelas. Acá les dejo el link: reseñas de las dos novelas por M. Quaranta
El formato de cuaderno es inquieto, allí la escritura parece sobrevolar como se sobrevuela en los cuadernos de viaje, entre la soledad que nos arrastra a la compañía de las propias palabras -planeo sostenido- hasta la anotación fugaz que después no entendemos del todo a qué se refería, como también ocurre en las anotaciones de los sueños -vuelo en picada o a veces rasante-.

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