miércoles, 22 de mayo de 2013

Sobre Fragmentos de un discurso amoroso



Quien más quien menos conoce este libro, al que no lo conoce y al que no lo leyó los invito a hojearlo aunque más no sea, o a tenerlo cerca por si alguna vez lo necesitan, porque el sujeto enamorado "quiere comprender..." y está solo, y en un momento ya no diferenciamos entre el discurso y el sujeto. A tal punto nos lleva el uso del yo que hace Barthes para poner en escenas fragmentadas este discurso al margen.

Pero no voy a hablar de Barthes ni del libro, que eso ya está, quiero contar cómo me encontré con Barthes, y como se relacionan las cosas y más abajo el link al pdf del libro para que lo prueben.

Mis Fragmentos de un discurso amoroso ( Roland Barthes)

La tía de un novio que tuve a los quince dejó, cuando murió, todos sus libros,  papeles de estudio y clases, en la casa de su hermana, la madre de este chico. Una parte de todo la tuvieron que quemar o tirar porque eran los años de la dictadura. Justo cuando la cosa se puso fea fea ella se enfermó y se fué de este mundo. Yo la llamaba la literata, pero su nombre era Hortensia, y no la conocí, ya no estaba cuando llegué a esa familia que yo identificaba como el siglo de las luces en mi vida. Aquella persona que quise sin que lo supiera, dejó en perfecto orden las fichas, los apuntes, las láminas enormes que me imagino utilizaba en las clases de Letras que daba en la universidad de los setenta. Fui yo la que empezó a sacar de a poco del placard de mi novio las cajas con todo ese valioso material. Y en sobres de papel madera escritos a mano se agrupaban las fichas. Entre ellas, una que todavía conservo: Análisis estructural del relato, Roland Barthes, un nombre que conocía por haberlo leído en alguno de los reportajes que inauguraban las enciclopedias Salvat, Grandes Temas, en el tomo de lingüistica y significación creo que era, ahora no lo tengo a mano. Me llamó la atención porque en la escuela me encantaba análisis literario, asi que mi primer acercamiento fue ese, leyendo las fichas que además estaban escritas en un código de abreviación que rápidamente aprendí y hoy sigo usando cuando quiero escribir muy rápido. Además recuerdo que estaban subrayadas con birome roja. Leía esas fichas como un religioso lee las escrituras sagradas, recuerdo la magia y devoción que me producían esos textos y la conexión que establecía con ellos. Algo como pensar que eran una obra en sí, una obra de arte, esos materiales, los veía como obra y pensaba siempre en cosas qué podría hacer con ellos. También había algo de leerlos como una oración, repasando muchas veces las nociones sin terminar de entender o creyendo entender algo creado por mí a partir de eso, como si fueran poesía. Había una lámina gigante de lo mismo y una de la morfología del cuento popular, de Propp, qué pegué en la pared de mi habitación. Para empatizar con Barthes también ayudaban las películas de Godard y de Antonioni que íbamos a ver al cine. Yo los imaginaba contemporáneos y como era más tarde, estábamos en 1980, me armaba el imaginario de un tiempo  en blanco y negro con contraste y definición, donde habían surgido esas ideas, las de Barthes y  que relacionaba también con los guiones de Alain Robbe Grillet, Margarite Duras, con la cara de Ana Karina, y también un puente con Pasolini,  y  todo lo incorporé de una manera fetichista, esos objetos, esas láminas, sobres, fichas, la letra manuscrita y armé una cultura fraccionada, caprichosa, que yo misma me administré y con la que me eduqué de una manera caprichosa sin exámenes, a mi modo, egoísta, sin ley, equívoca, sin exahustividad.
Todo eso es Barthes para mí y cuando llego al Barthes de los Fragmentos,  y al de La cámara lúcida, que ya son textos para los que no hay fichas hechas, ya no importa porque mi clase de teoría literaria terminó, y no fue una clase de eso solamente, fue una clase de arte, una clase de investigación, una clase de lo que queda cuando alguien hace algo con pasión y una clase de cómo transmitir algo sin ni siquiera estar ahí de cuerpo presente, sino a través de la escritura.

Cito a continuación algo del trabajo que no puedo creer acabo de encontrar en internet donde está mencionada Hortensia, "Teoría literaria: una primavera interrumpida en los años setenta" de Leonardo Funes Universidad de Buenos Aires IIBICRIT (SECRIT) - CONICET):

"Ejemplo de los cambios propuestos, la conformación del programa de la cátedra de Teoría Literaria I, a cargo de los profesores Octavio Prenz, Hortensia Lemos y Aníbal Ford vigente en 1974:
I. Concepto de cultura. Definición de objeto literario.
II. Consideración de modelos de análisis literario: el formalismo ruso, el estructuralismo, el grupo de Tel Quel; la crítica psicoanalítica y la crítica arquetípica; la crítica sociológica, política, histórica: la relación literatura y sociedad, la críticamarxista,sociología de la literatura (autor y público).
III. Literatura nacional y popular.
IV. Valoración de los modelos de análisis que resultan útiles para el estudio literario en el Tercer Mundo"



Acá Fragmentos de un discurso amoroso:  FRAGMENTOS
y un texto que publicó Alan Pauls en el 2002 sobre Barthes, este libro y demás.
 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-117-2002-05-11.html

2 comentarios:

  1. Lo compartí sin leerlo.
    Recién termino de leer lo que escribiste,y me encantó el recuerdo de Hortensia y de cómo, gente que ni siquiera conocemos nos influencian en cómo disfrutamos del arte, en cómo aprendemos a verlo o entenderlo o a disentir... MUY BUENO.

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    1. Gracias Silvina por este comentario, si, los que sin saber nos han llevado por un camino o nos guiaron por el camino que de todas maneras tomaríamos

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